Me gusta imaginarme mi Vida como una peli.
Cuando me despierto, observo la escena que mi inconsciente elige para comenzar el día.
Una parte de mí, adora sentarse en la butaca y contemplar una y otra vez sus escenas preferidas.
Las rebobina; ya sabe cuándo toca reír y cuándo llorar. A veces, pulsa el botón "pausa" y se deleita imaginando miles de alternativas a lo que de verdad sucedió.
Se enamora de algunos personajes y también odia mucho a otros.
Quiere mantener su mundo intacto porque sobre él se asienta su seguridad. Se engaña pensando que el mundo es seguro mientras se mantiene ocupada jugando con los botones de rebobinado y pausa.
Pero en ocasiones mi corazón anhela pulsar "play" y nunca más rebobinar. Sus latidos insisten. Ya cansado, en vez de "bum"- "bum" dicen "play"-"play", por favor..."play"...please.
Pero yo, estoy muy cómoda en mi sofá, jugando a poner en pausa ó rebobinando, hipnotizada por placeres ya conocidos.
Hasta que un buen día, la Vida, el Universo ó la Organización, (como la llaman algunos), le regala un papelón a alguno de mis personajes preferidos que, sutilmente se acerca a mí, se apropia del mando de mi tele y, después de un discursito intentando mantener su categoría de personaje preferido, pulsa "play", sin más.
Y entonces, cunde el pánico (al principio) y la peli continúa...
Mi corazón, se pone contento.
Mi ego invierte toda su energía en tejer triquiñuelas para volver a apropiarse del maldito mando.
Al menos mientras tanto, me deja tranquila.
Inteligencia emocional: un camino de crecimiento
No hay comentarios:
Publicar un comentario